Internet de las cosas y una red con alma. Por Haddass
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Escrito por haddass el 2016-05-17 11:35:42.
Actualizado por haddass el 2016-05-17 11:40:50.
Buenas, hoy quiero dejaros con motivo del #DiaDeIternet un pequeño artículo sobre mis reflexiones al respecto tras el último congreso al que asistí. Espero que os interese. Saludos a todos.
Internet de las cosas y una red con alma.
En esta jornada sobre Internet que se ha desarrollado en Murcia la semana pasada he tenido el gusto de escuchar a muchos profesionales dedicados a la tecnología desde todos los ámbitos. Se habló de la tercera revolución industrial porque todo este soporte tecnológico va a cambiar, de forma definitiva, la forma de estudiar, conocer, producir, distribuir, comprar y vender. De ciudades inteligentes capaces de regularse con previsiones certeras informando al ciudadano de todos los datos de su interés, desde a qué hora pasará el autobús que necesita, dónde hay un lugar de estacionamiento y hasta cuánto espacio libre queda en el contenedor o dónde dejará su basura. Por supuesto ajustará la luminosidad de las farolas, el tráfico, la contaminación y un sinfín de cosas más. Por eso se pasa a llamar «Internet de las cosas», porque todo estará conectado: el frigorífico, el horno, la televisión, el contador de luz y de gas, las puertas; en fin, todo. Las cosas también mandarán información continuamente a centrales que recogerán esos datos para analizar hasta el último aspecto de la vida cotidiana con el fin de organizarla y/o economizar recursos.
Después esos datos servirán también para saber lo que nos gusta, a qué hora vamos o venimos, con quién, dónde y cómo nos relacionamos, y a partir de esos datos empieza a desarrollarse toda una inmensa variedad de estrategias de venta en todos los sectores, desde la banca a grandes almacenes o pequeño comercio, prensa, editoriales y comercio electrónico. También otras que se ciñen al entorno más cercano, como el márquetin de proximidad, que detecta dónde estamos y nos informa de eventos y ofertas de los lugares cercanos, nos invita a entrar o salir o a repetir la experiencia. Y todo eso teniendo como eje principal el teléfono móvil, del que todos disponemos ya desde la más tierna infancia.
Después hubo un apartado dirigido a informarnos de la privacidad, de la ley, de las actividades fraudulentas en la red y de cómo protegernos, denunciar y conocer que todo está bien regulado y que hoy en día nadie (o casi nadie) queda impune cuando realiza alguna tropelía en la red. Mucho por hacer queda como conclusión final en este apartado.
A lo largo de la jornada se habló del futuro de las grandes ciudades, de la transparencia y eficacia que deben demostrar las empresas que se desarrollan en el ámbito digital y que deben tener en el centro de su estrategia al ciudadano, cada vez más crítico e informado. Se llegó a hablar sobre que hay que dotar a esta red de alma, tratando de personalizar al máximo la respuesta que se ofrece al consumidor (esta palabra me inquieta siempre).
«Lo digital no es un destino, sino un camino». Alberto Charro
Cuando todo acabó, mientras esperaba que me recogieran y sentada en las escaleras de acceso al recinto pensaba en todo lo escuchado. Es verdad que, en mi caso, la tecnología me permite poder desarrollar mi actividad desde cualquier lugar del mundo donde haya una conexión a Internet y eso es una bendición que siempre agradezco. He estudiado y ampliado mis conocimientos, sin más límite que mis posibilidades, a través de cursos promovidos por universidades y sin salir de casa. He conocido amigos entrañables y personas excelentes, aunque también he pasado ratos bien amargos, todo hay que decirlo.
Por otra parte la sociedad civil ha encontrado un medio excepcional para expresarse, organizarse y dotarse de medios económicos con financiación colectiva o micromecenazgo (crowdfunding) en campañas de todo tipo, esquivando las dificultades geográficas y beneficiándose de la rapidez en las comunicaciones. Es indudable que los grandes monopolios están advirtiendo que este tipo de iniciativas en la red hacen aflorar el talento sin su intervención directa. Muchos creadores y escritores, cantantes, pintores, fotógrafos, etcétera, encuentran en este medio su plataforma de lanzamiento y consolidación.
El mundo virtual al final es fiel reflejo de la vida, de lo que somos en lo bueno y en lo malo, pero con una competencia global acentuada, en ocasiones, por el filtro de una pantalla que no deja de ser un agujero negro que atrae sin que la mayoría tenga conciencia real de lo que hay detrás. Debemos por tanto estar vigilantes, mantener un pensamiento crítico y no dejar las decisiones que nos atañen a ningún agente tecnológico por mucho que nos facilite la vida.
Quizá deberíamos realizar jornadas para saber si la tecnología puede ayudarnos también a hacer nuestra vida más natural, más acorde a los ritmos de la naturaleza, a la salud física y mental, al entorno cercano y solidario, a las aspiraciones humanas más remotas que no han cambiado a la velocidad tecnológica por mucho que se diga. Quizá deberíamos restablecer al ser humano como centro y eje de todas las novedades sin distorsionar su más íntima sustancia. Tenemos que revisar comportamientos que permiten, por desgracia, que nuestros mayores apuren sus días en la soledad más absoluta con un botón como única conexión al mundo y nuestros niños, raquíticos de afecto, pasen las horas frente a las pantallas sin orientación alguna. «Lo digital no es un destino, sino un camino», nos dijo Alberto Charro, director de la territorial este de BBVA, y estoy de acuerdo. Vivimos un proceso de adaptación tremendo a un nuevo entorno hasta ahora desconocido, pero creo que hay que valorar también si en ese camino vamos dejando en la cuneta valores esenciales.
Me cuesta ver alma en esas multitudes agolpadas en los centros comerciales y mucho más en ciudades de millones de habitantes por muy eficientemente que estén gestionadas. Pero hay que ver todo lo bueno que tenemos en la mano y aprovecharlo de la mejor forma. Y sí: dotar todo este entramado virtual de «alma» es el reto, queridos amigos. Es un gran reto que sólo podremos acometer las personas que estamos detrás aportando la nuestra.
La tecnología no deja de ser un poderoso instrumento para conseguir hacer eficaz lo que desde el inicio de los tiempos hemos anhelado: ser mejores.
Escrito por haddass el 2016-05-17 11:35:42.
Actualizado por haddass el 2016-05-17 11:40:50.
Buenas, hoy quiero dejaros con motivo del #DiaDeIternet un pequeño artículo sobre mis reflexiones al respecto tras el último congreso al que asistí. Espero que os interese. Saludos a todos.
Internet de las cosas y una red con alma.
En esta jornada sobre Internet que se ha desarrollado en Murcia la semana pasada he tenido el gusto de escuchar a muchos profesionales dedicados a la tecnología desde todos los ámbitos. Se habló de la tercera revolución industrial porque todo este soporte tecnológico va a cambiar, de forma definitiva, la forma de estudiar, conocer, producir, distribuir, comprar y vender. De ciudades inteligentes capaces de regularse con previsiones certeras informando al ciudadano de todos los datos de su interés, desde a qué hora pasará el autobús que necesita, dónde hay un lugar de estacionamiento y hasta cuánto espacio libre queda en el contenedor o dónde dejará su basura. Por supuesto ajustará la luminosidad de las farolas, el tráfico, la contaminación y un sinfín de cosas más. Por eso se pasa a llamar «Internet de las cosas», porque todo estará conectado: el frigorífico, el horno, la televisión, el contador de luz y de gas, las puertas; en fin, todo. Las cosas también mandarán información continuamente a centrales que recogerán esos datos para analizar hasta el último aspecto de la vida cotidiana con el fin de organizarla y/o economizar recursos.
Después esos datos servirán también para saber lo que nos gusta, a qué hora vamos o venimos, con quién, dónde y cómo nos relacionamos, y a partir de esos datos empieza a desarrollarse toda una inmensa variedad de estrategias de venta en todos los sectores, desde la banca a grandes almacenes o pequeño comercio, prensa, editoriales y comercio electrónico. También otras que se ciñen al entorno más cercano, como el márquetin de proximidad, que detecta dónde estamos y nos informa de eventos y ofertas de los lugares cercanos, nos invita a entrar o salir o a repetir la experiencia. Y todo eso teniendo como eje principal el teléfono móvil, del que todos disponemos ya desde la más tierna infancia.
Después hubo un apartado dirigido a informarnos de la privacidad, de la ley, de las actividades fraudulentas en la red y de cómo protegernos, denunciar y conocer que todo está bien regulado y que hoy en día nadie (o casi nadie) queda impune cuando realiza alguna tropelía en la red. Mucho por hacer queda como conclusión final en este apartado.
A lo largo de la jornada se habló del futuro de las grandes ciudades, de la transparencia y eficacia que deben demostrar las empresas que se desarrollan en el ámbito digital y que deben tener en el centro de su estrategia al ciudadano, cada vez más crítico e informado. Se llegó a hablar sobre que hay que dotar a esta red de alma, tratando de personalizar al máximo la respuesta que se ofrece al consumidor (esta palabra me inquieta siempre).
«Lo digital no es un destino, sino un camino». Alberto Charro
Cuando todo acabó, mientras esperaba que me recogieran y sentada en las escaleras de acceso al recinto pensaba en todo lo escuchado. Es verdad que, en mi caso, la tecnología me permite poder desarrollar mi actividad desde cualquier lugar del mundo donde haya una conexión a Internet y eso es una bendición que siempre agradezco. He estudiado y ampliado mis conocimientos, sin más límite que mis posibilidades, a través de cursos promovidos por universidades y sin salir de casa. He conocido amigos entrañables y personas excelentes, aunque también he pasado ratos bien amargos, todo hay que decirlo.
Por otra parte la sociedad civil ha encontrado un medio excepcional para expresarse, organizarse y dotarse de medios económicos con financiación colectiva o micromecenazgo (crowdfunding) en campañas de todo tipo, esquivando las dificultades geográficas y beneficiándose de la rapidez en las comunicaciones. Es indudable que los grandes monopolios están advirtiendo que este tipo de iniciativas en la red hacen aflorar el talento sin su intervención directa. Muchos creadores y escritores, cantantes, pintores, fotógrafos, etcétera, encuentran en este medio su plataforma de lanzamiento y consolidación.
El mundo virtual al final es fiel reflejo de la vida, de lo que somos en lo bueno y en lo malo, pero con una competencia global acentuada, en ocasiones, por el filtro de una pantalla que no deja de ser un agujero negro que atrae sin que la mayoría tenga conciencia real de lo que hay detrás. Debemos por tanto estar vigilantes, mantener un pensamiento crítico y no dejar las decisiones que nos atañen a ningún agente tecnológico por mucho que nos facilite la vida.
Quizá deberíamos realizar jornadas para saber si la tecnología puede ayudarnos también a hacer nuestra vida más natural, más acorde a los ritmos de la naturaleza, a la salud física y mental, al entorno cercano y solidario, a las aspiraciones humanas más remotas que no han cambiado a la velocidad tecnológica por mucho que se diga. Quizá deberíamos restablecer al ser humano como centro y eje de todas las novedades sin distorsionar su más íntima sustancia. Tenemos que revisar comportamientos que permiten, por desgracia, que nuestros mayores apuren sus días en la soledad más absoluta con un botón como única conexión al mundo y nuestros niños, raquíticos de afecto, pasen las horas frente a las pantallas sin orientación alguna. «Lo digital no es un destino, sino un camino», nos dijo Alberto Charro, director de la territorial este de BBVA, y estoy de acuerdo. Vivimos un proceso de adaptación tremendo a un nuevo entorno hasta ahora desconocido, pero creo que hay que valorar también si en ese camino vamos dejando en la cuneta valores esenciales.
Me cuesta ver alma en esas multitudes agolpadas en los centros comerciales y mucho más en ciudades de millones de habitantes por muy eficientemente que estén gestionadas. Pero hay que ver todo lo bueno que tenemos en la mano y aprovecharlo de la mejor forma. Y sí: dotar todo este entramado virtual de «alma» es el reto, queridos amigos. Es un gran reto que sólo podremos acometer las personas que estamos detrás aportando la nuestra.
La tecnología no deja de ser un poderoso instrumento para conseguir hacer eficaz lo que desde el inicio de los tiempos hemos anhelado: ser mejores.
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